Entregado
a tu risa espontánea,
a tu garganta de plata,
a tu simpleza.
Como un lechón engordado para fin de año.
Hoy te digo ni.
martes, 11 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Lo único que detiene la caída del cabello es el piso